Silvia Muñoz Portolés | Educadora Social | Residència Makarenko | silvia.munoz@eveho.eu
Cada año, el día 20 de noviembre, se conmemora la Convención de Derechos de la Infancia de Naciones Unidas. Se trata del acuerdo que tiene el mayor consenso internacional sobre derechos civiles y políticos, y que, no fue hasta 1990 que se ratificó en nuestro país. Ahora, en el año 2022, en la residencia Makarenko hemos querido dar visibilidad a todos aquellos derechos que nuestros jóvenes no han podido disfrutar.
Paraules clau: infància, joves, drets, experiències, Eveho, residència, Makarenko
Convención sobre los Derechos de Niños y Niñas
La Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) es un tratado internacional que reconoce los derechos humanos de los niños y las niñas, definidos como personas menores de 18 años, y que obliga a los gobiernos a cumplirlos.
La CDN se convirtió en ley en 1990, después de ser firmada y aceptada por 20 países, entre ellos España. Hoy, la Convención ya ha sido aceptada por todos los países del mundo excepto Estados Unidos.
El 20 de noviembre se celebra el Día Universal del Niño, fecha que conmemora la aprobación por Naciones Unidas de la Convención sobre los Derechos del Niño y Niña. Esta significa un cambio en la consideración de los niños y las niñas como sujetos activos con plenos derechos y estipula los derechos humanos básicos que deben disfrutar los niños y las niñas en todas partes, sin discriminación alguna: el derecho a la supervivencia; al desarrollo pleno; a la protección contra las influencias peligrosas, contra el maltrato y la explotación; y a la plena participación en la vida familiar, cultural y social.
Los 54 artículos que componen el texto recogen los derechos económicos, sociales, culturales, civiles y políticos de todos los niños. Tiene 3 protocolos que la complementan: el protocolo relativo a la venta de niños y la prostitución infantil; el protocolo relativo a la participación de los niños en conflictos armados; y el protocolo relativo a un procedimiento de comunicaciones para presentar denuncias ante el Comité de los Derechos del Niño.
Jóvenes residencia Makarenko recuerdan infancia y valoran qué derechos no han tenido
“Cuando cumplí 12 años tuve que asumir responsabilidades que no me tocaban ya que tuve que ayudar a tirar adelante el negocio familiar, levantándome cada mañana a las cuatro de la madrugada hasta el mediodía y a veces todo el día. Con el paso del tiempo mi padre a veces me daba las tardes libres para poder jugar un poco al futbol con los amigos. Vivíamos mis padres y yo, que soy el hermano mayor, ya que mi madre por desgracia ha tenido que abortar unas cuantas veces hasta que nací yo y por eso soy el mayor. Ahora mi hermano que me sigue estaba haciendo lo mismo que yo, aunque el ahora empezó a estudiar y vive en una residencia dentro de donde estudia y no puede regresar las veces que le haga falta ya que la economía no lo permite. He pasado malos momentos en mi infancia, es por eso que he decido emprender esta aventura de venir a Europa. Muchas veces lo intenté de forma frustrada hasta que me llegó la oportunidad de llegar sano y salvo, gracias a dios.”
“Era el pequeño de mis hermanos, no tuve el derecho a tener mis juguetes. Siempre usaba los de los demás. Mis hermanos mayores cuando hacían algo malo, siempre decían que era yo el que lo había hecho. Ellos realmente creían que por ser el pequeño yo no recibía golpes ni broncas de mis pedres, pero no era así.”
“Me quitaron el derecho a confiar en la policía. De pequeño mientras jugaba a futbol se llevaron a mi padre durante un año, sin motivos. En mi país tenías que pagar a la policía para que todo fuera bien, para que no te llevaran preso. Ahora, incluso estando aquí en España, me cuesta entender que no me quieren hacer daño.”
“Cuando mi madre enfermó y no podía cuidarnos, no la ayudaron, nos apartaron de ella. Yo no he tenido el derecho de estar con mi familia, me lo quitaron. El sistema me ha fallado.”
“No he tenido el derecho a decidir qué quería estudiar y a qué me quería dedicar para trabajar.”
“Como hombre no me educaron bien. Quiero decir, a mi me han enseñado a no quejarme y a bajar la cabeza. A mi abuelo le enseñaron a golpes, y él enseñó así a mi padre. Y aunque a mi no me dieron esos golpes me enseñaron con el miedo a no quejarme.”
“Yo estudiaba y aprovechaba los fines de semana para salir con mis amigos a jugar el críquet. Mis hermanos me han ayudado para salir de Pakistán, me compraron un visado a Inglaterra. Allí estuve unos meses y después me fui a Francia y de ahí entré a España. Ahora tengo que pensar en mi futuro y no quiero acordarme de mi infancia. Con la ayuda de Dios seguro que saldré adelante buscando trabajo y mandar dinero a mi familia para que no les falta de nada. “
“Yo creo que cuando era niño estuve en una familia muy bonita en la que crecí mientras me enseñaban a respetar a la gente. Pero en Marruecos, todo funciona según quien es tu padre, cuál es tu apellido y cuánto dinero hay en tu familia. Sólo así podrás o no llegar a los sitios. Así que cuando estaba en Marruecos no tenía derecho a nada, aquí sí. Allí no podía jugar al fútbol si no iba acompañado de alguien importante, no podía estudiar y aunque lo hiciera no podría haber llegado a nada.”
“La situación familiar en mi caso me ha permitido tenerlo todo, creo que no se me ha privado ningún derecho de infància, pero de otra parte, en relación a las autoridades (policía, justicia….) siento que nunca me han tratado como un niño. Incluso en los problemas en los que me he metido me han juzgado como una persona adulta en Algeria. Allí no me he sentido un menor de edad protegido por el Estado, en mi país aún siendo menor de edad, si no tienes família que te acoge o no tienes un hogar, te quedarás en la calle y dormirás en la calle, allí no siento que tengo derecho a vivir, sino suerte.”
“Cuando era pequeño, mi familia tuvo una temporada complicada en la que la figura del padre no estuvo presente, ya que él estaba haciendo cosas ilegales. Yo no he tenido el derecho de crecer con mi padre. Por culpa de los problemas de casa y la ausencia de mi padre me he sentido obligado a dejar los estudios para salir a trabajar por sueldos mediocres y traer pan a casa. Me sentí abandonado, sentí que mi madre era abandonada por parte de su familia y la familia de mi padre. Eso me ha llevado al mal camino.”
“Cuando era pequeño, quería hacer natación, pero mis padres no quisieron que aprendiera y no me dejaron practicar.”
“Creo que he tenido mucha suerte. Me considero una persona que siempre he podido tener derecho a todo.”
Manifiesto para reclamar los derechos que no hemos tenido en nuestra infancia
- Que ningún niño/a sienta la responsabilidad de tener que trabajar para cuidar de su familia.
- Que cualquier niño/a tenga derecho a jugar con sus juguetes.
- Que los/as niños/as puedan jugar en cualquier momento del día.
- Que todos/as los/as niños/as puedan estudiar y decidir el qué.
- Que tener derechos no sea una suerte.
- Que ningún/a niño/a tenga que ser separado/a de su familia por obligación.
- Que todos/as los/as niños/as puedan confiar en las autoridades y el poder judicial.
- Que todos/as los/as niños/as tengan igualdad de condiciones, sean hijos/as de quien sean.
- Que ningún/a niño/a tenga que abandonar su país por necesidad.
- Que los/as niños/as sean niños/as sin tener que crecer deprisa.